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Liga Nacional

DURO: EL VALOR DEL CAMBIO PARA SOBREVIVIR

Bitácora de la metamorfosis de dos equipos distintos en un mismo plantel. El cambio de mando a mitad de rumbo y el tiempo como condicionante y factor del éxito para reinventarse a tiempo.

17 de diciembre del 2022. Un Boca que ronda la mitad baja de la tabla visita La Rioja tras, seguramente, el partido más vergonzoso de las últimas temporadas: recibir 107 puntos de local, durante el ‘Día del Hincha de Boca’ y ante Comunicaciones, uno de los entonces colistas de la tabla general, fue la gota que rebalsó la paciencia de la gente en una temporada que apenas llevaba poco más de 10 juegos.

Los motivos de la irregularidad xeneize siguieron acumulándose con el paso de los partidos, pero el panorama se mantenía aún opaco: las lesiones empezando la competencia, la necesidad de tiempo para consolidar la idea de juego; los recesos por Ventanas FIBA (pero con un entrenador que mantenía a la vez responsabilidades con la selección) y la posibilidad de realizar cambios en el plantel como último salvavidas para cambiar el rumbo del equipo.

Vayamos más adelante en el tiempo: varias semanas pasaron ya de aquella caída con Platense en Vicente López que significó la renuncia de Gonzalo García. La asunción de Duro junto a Pérez se vio envuelta en dudas respecto al nivel y a las expectativas del equipo para la segunda mitad de temporada. Primero como interino y luego confirmado como entrenador en jefe, la transición se llevó partido a partido y de manera parcial, afianzando las virtudes de los jugadores principales y corrigiendo los errores realizados por su antecesor. Antecesor que, tras dos temporadas y media, abandonaría su lugar en el banco xeneize cerrando un ciclo en el básquet del club.

 

El ciclo García

Crédito: Demian Schleider

Resulta fácil así como injusto sacar conclusiones de un periodo ya finalizado y con el diario del lunes. Los tres años de Gonzalo García a cargo del básquet de Boca fueron buenos, a pesar de los resultados y las limitaciones en su tercera y última temporada en el club.

Tras cuatro años en Gimnasia de Comodoro (campeón del Súper 4 y finalista de LNB en 2015) y dos temporadas de títulos a nivel nacional e internacional con un mega-equipo en San Lorenzo, la contratación de García fue una respuesta a la necesidad de Boca de volver a los primeros planos de competencia tras varios años deambulando entre la mitad de tabla y los puestos de permanencia.

Optando por jugadores ya conocidos por el entrenador en clubes pasados o en la selección (De los Santos, Balbi, Schattmann, Tucker, Aguerre, Mata, Mainoldi), en los dos años con García al mando Boca supo llegar a dos semifinales en situaciones distintas y con planteles de características diferentes en cada temporada. Quizás el único aspecto que se repite en ambos casos fue el bajo nivel con el que se llegó a la postemporada (en la burbuja por los tiempos desgastantes del torneo más la rotación corta del plantel, y en la 21/22 por el flojo rendimiento del equipo tras un arranque sobresaliente), siendo eliminados por Quimsa en ambas ocasiones. Esta reincidencia fue apuntada de cara a su tercera temporada, pero las cosas no salieron como se planificaron.

 

¿Qué falló en esta temporada?

Crédito: Marcelo Endelli

Los cambios siempre son una jugada de riesgo, y todavía más cuando estos son tan pronunciados. La base del plantel cambió prácticamente por completo: solo Schattmann (y algunos juveniles del equipo campeón de LDD) sobrevivieron al rearmado de Boca para la 22/23; García conseguía mejores individualidades para la ejecución del juego estacionado que tanto enfatiza en sus equipos, más la contratación de Dar Tucker como un jugador capaz de generar situaciones de ventaja a partir de su 1v1.

Los primeros partidos marcaron a primera vista la idea del entrenador y también sus carencias: el cerco rebotero fue un problema que no padeció la temporada anterior con Kevin Hernández y Eloy Vargas pero que ahora no supo de qué manera contener. La contratación de Leiva fue una especie de parche para disfrazar la falencia, pero el problema de la zona pintada permanecía aún de raíz. Como salida táctica, García prescindió de la transición rápida que lo posicionó en la 2021/22 como uno de los equipos que más castigaba desde el contraataque, gran parte por el ritmo que marcaban Leandro Vildoza y Manuel Buendía desde la base; hoy con Franco Balbi, un base más caracterizado al orden y de buena lectura de pase (semejante a Nico de los Santos en la primera temporada de García), Boca desperdiciaba un base de esas características al ceder los ritmos del juego a la defensa rival con un precio alto tanto en resultados como en confianza.

Había algo de incongruencia en limitar al equipo a un juego de bajas posesiones y apegado al concepto del 5v5 en una era del básquet que promueve un ritmo más dinámico y ante rivales que, ante la desigualdad de condiciones, optan por aumentar la intensidad defensiva y correr la cancha para un mayor desgaste. Tampoco ayudó la distribución de minutos orquestada por García, con veteranos del plantel llegando a 35 minutos en gran parte de los juegos. Solo Schattmann, quien inició la temporada como una suerte de sexto hombre, fue el único jugador que desde el banco superó los +15 minutos de promedio en un equipo que necesitaba ampliar la rotación para llegar frescos al cierre del juego (y de la temporada).

 

La reencarnación de un equipo

Crédito: Marcelo Figueras

Cuatro días tras la caída con Platense en Vicente López, un Boca dirigido por la dupla Duro-Pérez enfrentaba a un Quimsa de presente similar, en lo que fue el último partido disputado en el Héctor Etchart. Con un interinato en la espera del entrenador reemplazante y con el libro de pases pronto a cerrar, las esperanzas y los méritos de extender la temporada tendrían que ser trabajados desde adentro con los propios recursos.

Lo que empezó siendo debut se transformó en racha. A la racha le siguieron tropiezos pero que maduraron en el transcurso de los juegos. Boca afrontaba el ahogo de ganar pero también la necesidad de hallar su juego, y la llegada de Duro permitió hacer de ambos objetivos una labor colectiva. Permanece la idea táctica de inicios de temporada, pero la prioridad al sistema de juego se desplazó a un segundo plano, dando el lugar a la salida rápida en contraataque y la búsqueda de ejecuciones concisas para evitar que la defensa rival se acomode. Para ello fue trascendental incorporar intensidad defensiva y la presencia en los tableros, dos ítems que tuvieron un gran crecimiento con la contratación de Jamari Traylor en enero de este año.

La vuelta de Schattmann trajo explosividad al ataque xeneize, no solo desde los triples sino desde la generación del pick-and-roll. Balbi tomó en varios partidos la rienda ofensiva del partido con buenos porcentajes de triple. La temporada de Juan Martin Guerrero pasó de promesa a revelación (y por el mismo camino puede ir Nicolás Stenta). El Boca de Duro es un equipo que cambió la irregularidad individual por la versatilidad colectiva; un equipo que abraza la biblioteca de alternativas, situaciones y ventajas que pueden emerger dentro de un partido.

Vale la pena mencionar que habrá argumentos que escapan al dato y al análisis cuantificable pero que ganan relevancia en los hechos. En el libro de contrataciones y cortes, los registros indicarán que a Boca le quedó una instancia de cambio sin utilizar en la temporada. Sin embargo, tampoco marcarán el gran refuerzo que consiguió Boca para la recta final y la postemporada. Intensidad, presencia y un alto rendimiento durante los 40 minutos, La Bombonerita tuvo un papel importante en la reencarnación de este plantel de Boca.

En una temporada tan extensa como la de la Liga Nacional, es un verdadero desafío mantener y nutrir a un equipo con el desgaste de los partidos, y Boca ha sido testigo de ello en los últimos años. Sorpresivamente tocó fondo apenas iniciada la temporada y fue capaz de sobrevivir a la tormenta. Un equipo que ha mutado a una nueva identidad más aguerrida y confiada. Finalmente, el Boca que muchos anhelamos volvió al ruedo.

Una respuesta a “DURO: EL VALOR DEL CAMBIO PARA SOBREVIVIR”

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Excelente análisis

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Boca Boca Booooca

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